Cuando se va acercando el Ramadán en Marruecos muchos viajeros nos preguntan si es recomendable viajar en este sagrado mes; la duda es razonable, ya que se trata de una época completamente distinta a cualquier otra, por lo que tiene sus ventajas e inconvenientes.
Pero antes de responder a la pregunta, es mejor explicar en qué consiste realmente el Ramadán.
¿Que es el Ramadán?
Mucha gente suele sintetizar el Ramadán en dos frases: pasar hambre y cebarse por la noche. En mi opinión, se trata de una simplificación que le hace flaco favor a uno de los elementos que más representa la religión y, por extensión, la cultura marroquí.
Como sabéis, Marruecos es un país religioso, y como en toda religión hay una tónica que siempre se mantiene: el acercamiento a Dios mediante la purificación del alma. Seáis religiosos o no, siempre he pensado que se puede entender la religión como una manera de llevar una vida con cierta ética y conciencia y creo que eso es aplicable al Ramadán, porque para mi, al margen de cuestiones religiosas, de lo que se trata es, simple y llanamente, de autodisciplina, o lo que es lo mismo: demostrarte a ti mismo que eres capaz de vivir sin una serie tentaciones, que eres capaz de superar una serie de barreras que las circunstancias y el propio cuerpo te colocan delante. ¿Cuántas veces os habéis puesto a prueba, por ejemplo prometiéndoos no estar tan pendiente del móvil? Pues eso y el Ramadán guardan muchas similitudes.
El Ramadán, por tanto, podemos interpretarlo como una manera de hacer un esfuerzo consciente para mejorar la conducta y tener más autodisciplina (o de purificación del alma si hablamos en sentido estrictamente religioso): y no sólo de evitar la comida, sino también otras tentaciones que puedan alterar la meditación que se practica a lo largo del día, como la bebida, relaciones sexuales o cualquier tipo de droga (incluido el tabaco)
Pero no sólo consiste en eso; también, dependiendo un poco de la región o el país, se pueden añadir otras costumbres; por ejemplo, en la época del Ramadán en Marruecos es común ofrecer limosnas (de nuevo volvemos a lo mismo: demostrarte a ti mismo que no necesitas tanto dinero y que, además, puedes dárselo a quien más lo necesita)
¿Dónde deja eso entonces el festín que tiene lugar por la noche? Pues no es ni más ni menos que una forma de celebrar, en familia, que hemos sido capaz de superar la prueba un día más.
¿A que ya lo veis con un distinto matiz?
El Comienzo del mes de Ramadán en Marruecos
Los musulmanes tienen una diferencia con respecto a nosotros, en lo que respecta a las celebraciones religiosas, que provoca que sea complicado entender sus fechas: mientras que nosotros nos orientamos siempre por un calendario solar, basado en las estaciones, ellos lo hacen por un calendario lunar (11 días más corto), por lo que el Ramadán, o cualquier otra fecha musulmana señalada, puede caer en cualquier estación del año (no me imagino lo que tiene que ser pasar el Ramadán en Marruecos en pleno verano).
El Ramadán concretamente empieza con la luna nueva, a partir del último día del mes de shaabán (octavo mes del calendario islámico). Sin embargo, hasta pocos días antes no se puede saber con exactitud cuándo ocurrirá, ya que, aunque se pueda calcular con anticipación mediante el uso de la astronomía, la tradición marca que sea el imán, observando el cielo para identificar el primer indicio de luna creciente, el que indique cuándo empezará, lo que provoca un margen de error de aproximadamente dos días.
Ventajas e inconvenientes de viajar a Marruecos en Ramadán
Ahora que hemos descrito el Ramadán y su razón de ser, voy a contaros tanto mi experiencia como las que otras personas me han relatado, así como las ventajas e inconvenientes de visitar Marruecos en esta época del año:
Si viajáis a Marruecos en Ramadán, lo que más os sorprenderá es que da la sensación de que todo se ralentiza: la gente va como a cámara lenta, e incluso apenas hay tráfico durante el día (excepto una hora antes y después de que cese la obligación del ayuno, que todos conducen como si hicieran un rally). Esto tiene una gran ventaja, y es que los “guías esporádicos” (aquellos que amablemente se ofrecen a ayudar a los turistas, para más tarde exigirles un dinero por las molestias) desaparecen, por lo que se puede pasear por las zonas turísticas de una forma mucho más tranquila, pero sobre todo sin la necesidad de decir “no” a cada momento.
Un inconveniente es que resulta más complicado almorzar en la calle; al realizar el ayuno la mayoría de la población (tenéis que tener en cuenta que Marruecos es de los países árabes donde más se respeta), suele ser común que durante el día las cocinas permanezcan cerradas; es por ello que será necesario recurrir a restaurantes orientados a turistas en los lugares más emblemáticos; resultará por tanto complicado que os hagan de comer en cualquier restaurante que se aleje de aquellas zonas.
Una solución muy práctica suele ser tomar un buen desayuno, y aprovisionarse de algo de comida (por ejemplo algo de bebida, un bocadillo y una pieza de fruta) para tomar un tentempié a lo largo del día. Eso sí, lo que os voy a pedir por favor, y por respeto al que se ha comprometido a cumplir el Ramadán, es que intentéis ser discretos: tened en cuenta que ellos no sólo no pueden comer, sino que ni siquiera pueden beber agua. Y, como comprendéis, que vosotros lo hagáis delante suya, no debe ser agradable, aunque ellos por amabilidad no lo reconozcan.
Además, como habréis podido deducir, el hecho de estar sometido a una autodisciplina tan estricta durante días provoca que los musulmanes estén de mal humor, y es habitual ver a gente discutir entre sí; así que, si por casualidad tenéis un problema con alguien, mi consejo es que toméis aire durante tres segundos y os despidáis cortésmente para evitar conflictos.
Sin embargo, esto no es así durante todo el día, ya que conforme va pasando la tarde el humor va floreciendo hasta explotar en una gran fiesta cuando suenan las sirenas señalando el fin del ayuno. Entonces observaréis como la gente aprovecha para tomar un zumo de frutas, acompañado de dátiles, para a continuación ir a la mezquita a rezar. Posteriormente vuelven a casa para comer con la familia y salir a la calle, festejando que han sido capaces de superar la prueba un día más; la calle se convierte en un hormiguero de gente, con los bares llenos y niños jugando en la calle, … todo el mundo compartiendo una gran alegría.
Concluyendo
La pregunta que todos os haréis a esta altura del articulo, y que seguramente me queréis formular, creo que es unánime: Pero entonces ¿merece la pena ir en Ramadán o es mejor evitarlo e ir cualquier otra época del año?
Creo que es tremendamente difícil e injusto contestar a esa pregunta de forma tajante, porque, como habréis deducido por el artículo, Marruecos se convierte en un país completamente distinto en Ramadán. ¿Es una época a la que ir habitualmente? Es cuestión de gustos: tengo amigos que sólo quieren ir en Ramadán porque les encanta lo tranquilo que resulta y otros que no les gusta ir en esta época; lo que desde luego si que recomendaría es vivir la experiencia por lo menos una primera vez.